Una Constitución que potencie los sueños de los catamarqueños
La Reforma Constitucional está en marcha. El gobernador Raúl Jalil ya oficializó la intensión de que las Cámaras Legislativas avancen en el tratamiento de la iniciativa presentada por la diputada Cecilia Guerrero, que busca rediseñar nuestra ley provincial fundamental.
En lineas generales, el proyecto manifiesta la necesidad de conformar un nuevo contrato social, que permita actualizar el diseño institucional de origen, incorporar nuevos institutos, reconocer nuevos derechos, ampliar otros ya reconocidos y, sobre todo, definir el modelo de provincia en la cual los catamarqueños puedan soñar, crecer y desarrollarse.
Días atrás, la presidenta del Colegio de Abogados, Fernanda Rosales, remarcó en declaraciones radiales que el “debate (por reforma constitucional) debe contemplar todas las voces, no solo la de los partidos políticos” y sostuvo que “es importante escuchar a las organizaciones intermedias, a las organizaciones de derechos humanos, a los pueblos originarios, a las organizaciones que trabajan con la asistencia a víctimas de distinta índole…” En el mismo sentido, agregó que «el planteo tiene que ser amplio y para ello hay que realizar una convocatoria amplia, para ejercitar la capacidad de escuchar a las organizaciones sociales”.
Con buen tino, Rosales sintetizó que el proceso de reforma de la Carta Magna no debe ser acaparado sólo por políticos, doctores y leguleyos. Debe tener como piedra angular un debate serio, concienzudo, amplio y participativo con todos los actores sociales, económicos y políticos, en el más amplio sentido del término. Los consensos no sólo giran en torno al orden jurídico de nuestra sociedad, sino también al modelo de desarrollo al que aspiramos los catamarqueños y al modo en que queremos insertarnos en el país y en el mundo.
Catamarca lo necesita. Históricamente ha sido una tierra rica en recursos humanos y naturales, pero durante mucho tiempo olvidada y relegada de su derecho a progresar. Dueña de un admirable patrimonio cultural, forjado por la indeleble tradición aborigen y colonial, fue la cuna de explotaciones de nogales, olivos y viñedos… También del despertar minero en la Argentina durante el siglo XIX, actividad que –tal vez– sigue siendo su principal promesa de desarrollo.
Catamarca tiene un pueblo luchador, honrado y creyente; sufrido pero alegre; tierra de hombres y mujeres valientes como el general Varela, sabias como el fraile Esquiú e íntegras como doña Eulalia Ares. También es la provincia rebosante de historia y arqueología; potencia mineral de cobre, oro y litio; la del complejo olivícola y agroindustrial. Ese lugar con aromas y sabores entrañables. El suelo de antiguas civilizaciones, donde hoy se alza una ciudad moderna y llena de vida; la que está orgullosa de su universidad y sus profesionales. El terruño de los hermosos paisajes habitados de misterio, tranquilidad y sosiego… La que mantiene una fe inquebrantable y vive con orgullo la devoción por la Virgen Morenita.
Transitamos un momento extremadamente difícil. Antes de la pandemia, ya vivíamos en un mundo complejo y en constante tensión. Nuestro país no escapa a esta crisis global. Por el contrario: la situación en Argentina se agrava. Y aunque el Covid-19 ya se instaló en tierra arrasada por la pobreza, la inflación y el mega endeudamiento, también se encargó de pisotear –al menos por ahora– las ilusiones de una pronta reactivación luego de la asunción de Alberto Fernández.
En este contexto, Catamarca se dispone a dar el debate de reformar su Constitución. Y no lo vemos mal. Muy por por el contrario. Como casi todo en la vida, nunca se está del todo preparado hasta que nos toca hacer frente a las responsabilidades, crecer y madurar como sociedad. Creemos que es el momento de asumir los desafíos que impone la agenda de estos tiempos: paridad e igualdad de género; desarrollo sustentable y preservación ambiental; rol de las nuevas tecnologías y su impacto en el mundo del trabajo; cómo lograr que nuestras principales actividades económicas generen bienestar para todos, qué Estado queremos y qué rol debe asumir en esta nueva etapa histórica post-pandemia…
La oportunidad no es menor. Una Reforma Constitucional puede ser la ocasión propicia para consensuar un marco político, jurídico e institucional que favorezcan condiciones para un desarrollo sostenido. La calidad institucional no sólo repercute en la política, en los medios de comunicación o en la opinión pública, sino que aporta y optimiza condiciones de desarrollo, atrae inversiones, estimula la apertura y el crecimiento de Pymes, alienta a emprendedores, suma competitividad y promueve la creación de empleo digno y genuino.
A pesar de las calamidades que nos afectan en el presente, es vital mirar con optimismo el porvenir. Más que nunca, es necesario planificar políticas de largo plazo que vayan más allá de las coyunturas electorales. Así, Catamarca podrá potenciar al máximo el valor de sus productos y sus servicios; el turismo y sus paisajes; su arte y su cultura; su historia, sus tradiciones y su gastronomía; su flora, su fauna y el respeto por el medioambiente; la calidad de sus instituciones; su seguridad jurídica y sus atractivos para invertir; el talento de sus profesionales y trabajadores; su economía, su gobierno y sus ciudadanos; la justicia y el respeto por los derechos humanos… Una Constitución puede potenciar los sueños y el orgullo de ser catamarqueños.
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