El emergente de la nueva derecha y su «delay» en Catamarca
El triunfó del PRO en las elecciones presidenciales de 2015 trajo una gran novedad a la política argentina: por primera vez, una coalición liderada por la centro derecha no peronista logró acceder al poder a través del voto popular, en elecciones trasparentes.
A pesar de que el gobierno de Mauricio Macri no fue el esperado para muchos de sus votantes –sobre todo en los planos económico y social– la alianza con el radicalismo y la Coalición Cívica no se fracturó. Por ahora, sigue vigente con tensiones pero sin signos de malestares demasiados insalvables.
En esta coyuntura de pandemia y fatiga social, dirigentes como Patricia Bullrich y Miguel Ángel Pichetto fueron ganando espacio en el liderazgo de Juntos por el Cambio. La presidenta del PRO y el ex candidato a vicepresidente han conquistado el corazón de la platea macrista, ya que fueron los únicos que encarnaron sin complejos el discurso de derecha que el mismo expresidente no se animó a abrazar sin tapujos. Aunque Horacio Rodríguez Larreta es el mandamás porteño, no logra cautivar al votante antiperonista más duro.
Pero antes que en las cúpulas políticas, la novedad está en la bases y su llamativa capacidad de movilización. ¡Sí! Esa variopinta, contradictoria y amorfa maza que, por el momento, sólo amalgama el antiperonismo. Allí conviven macristas, lilitos y radicales conservadores, pero también sectores antisistemas y desdemocratizadores. Se anotan aquí ultra católicos representado por el ex carapintada Juan José Gomez Centurión, y los libertarios –tan en boga en estos tiempos–, que en las últimas elecciones llevó como candidato al economista ultra ortodoxo José Luis Espert. En esta amalgama de “librepensadores” también hay que sumar a los estridentes panelistas de TV Javier Milei y Miguel Boggiano, entre otros.
Por ahora, los “chicos malos” del individualismo han demostrado ser efectista en los medios y las redes sociales, atrayendo –sobre todo– a jóvenes desencantados de lo políticamente correcto. Sin embargo, todavía han sido poco efectivos en el campo electoral. Pero, ojo, la cuarentena y su penetración mediática les ha permitido generar un campo propicio para su épica del egoísmo, basada en la antipolítica y el desprecio del Estado como promotor de equidad y transformador de la sociedad.
Estos nuevos groupies de Milton Friedman no están solos. También conviven en este conglomerado expresiones tan disímiles como nacionalistas antiglobalaización, liberales proglobalización, cultos evangelistas, antifeministas, neofascistas, antivacunas, terraplanistas, y hasta pirománicos de barbijos.
Las marchas conservadoras –como las del #17A o la menos convocante del #14S– son un emergente y un rasgo claro de esta novedad. Nacieron como expresión catártica luego del la abultada derrota de Macri en las PASO de 2019, aunque también podemos rastrearlas en manifestaciones proto-macristas como las movilizaciones de apoyo al “Campo” de 2008. Habrá que darle tiempo a este fenómeno movilizador para ver cómo evoluciona en la post pandemia, cuando la fatiga y el hartazgo del aislamiento hayan pasado. Por lo pronto, rápidos de reflejos, dirigentes del PRO sin responsabilidades de gestión han abierto las compuertas para canalizar el descontento y la rabia del encierro.
El delay en Catamarca
En nuestra comarca, la efervescencia reaccionaria no se ha expresado con la misma virulencia que en Buenos Aires y otras ciudades como Córdoba, Rosario, Mendoza y hasta el mismo Tucumán. Si hubo movilizaciones, fueron de los gremios de estatales que se resistieron a los primeros embates reformistas de Raúl y Gustavo. Estas protestas parecen ajenas a los postulados de JxC y aún más de las posturas antisistema y antiestatado de los libertarios.
Es como si hubiera un delay. Un paréntesis temporal que ralentiza el emergente de una derecha más ruidosa, novedosa y efervescente. Por el contrario, sus exponentes y sus consignas son más residuales que emergentes. Vienen de larga data y no cuentan con esa estética (que pretende ser) “cool” y transgresora del showman Javier Milei o del youtuber Eduardo “El Presta” Prestafilippo (quien saltó a la fama por una amenaza de muerte a Cristina Kirchner, en las últimas semanas).
La escasa prédica de los libertarios en Catamarca parece obvia. Hacia el interior de esta corriente se pueden identificar al menos tres posturas: liberales clásicos, “minarquistas” y “anarco capitalistas”. Cada una de estas categorías pueden definirse respecto a la concepción sobre el rol del Estado en la sociedad. Es decir: como liberal en el primer caso, reducido a su mínima expresión en el segundo, y suprimido para el tercero. Claro, fantasear una Catamarca sin Estado es como imaginar un océano sin agua.
Sin embargo, y aunque parezca contradictorio, no sólo los excita la mano invisible del mercado. En sus sermones ultra capitalistas también manifiestan su oposición a la implementación de la Educación Sexual Integral (ESI) en escuelas. Según su declaración de principios, se oponen a cualquier política pública sobre “currículas únicas educacionales, ni perspectiva de género ni ninguna otra bajada obligatoria”. Acá es donde aparecen, quizás, algunas puntas del surgimiento de una “nueva derecha” (?) en Catamarca, más ligadas a expresiones vinculadas al conservadurismo religioso, que en Argentina tiene como referentes a Gomez Centurión, a la mediática Amalia Granata y a la senadora tucumana Silvia Elías de Pérez.
Con la iglesia como un fuerte articulador de la vida cotidiana catamarqueña, es lógico que este tipo de posturas tengan más sustento en su población. No obstante, hay sectores más radicalizados que no dudan en tomar posiciones extremas. Uno de estos emergentes es el actual director de Educación Privada y Municipal, Rubén Martí. Surgido en el fragor del debate por el aborto legal, el ex apoderado del Colegio de la Quintana no dudó en arremeter violentamente contra todos los que se opongan a una legislación punitivista. Recordemos que, en el momento de sus designación como funcionario en el Ministerio de Educación, le valió las criticas de sectores de la UCR pero también del propio oficialismo peronista, sobre todo de la presidenta del la Cámara de Diputados, Cecilia Guerrero, por sus posiciones desmesuradas en torno a la ESI y al debate por la legalización de la interrupción legal del embarazo.
La centro derecha vernácula
Más adaptada a la cultura dominante local son las ideas encarnadas por grupos hegemónicos más arraigados en nuestra provincia. Nuestro conservadurismo provincial –o regional– está más ligado a la tradición popular, a salvar ciertos valores, estructuras y formas de vida que sostienen un orden de cosas que mantiene intereses y privilegios. En estas posturas no hay grietas, ya que tanto sectores del oficialismo como de la oposición suelen anidarse en estas posturas. Es decir que peronistas y radicales suelen tener alas conservadoras pro status quo y otras más progresistas y transformadoras.
Acá tampoco hay mucha novedad. Salvo por un aspecto: el posicionamiento político de cara a las próximas elecciones legislativas. Alentado por el reverdecer reaccionario del tridente Macri-Bullrich-Pichetto, el que sale a la cancha con la casaca amarilla es el longevo senador radical Oscar Castillo.
A menos de un año para intentar renovar (o conservar) la banca, el ex gobernador de aquella fuerza llamada Frente Cívico y Social parece decidido a ocupar el centro del cuadrante opositor. Y lo hace desde el discurso conservador en franca sintonía con su ex adversario peronista y actual conmilitón, Miguel Ángel Pichetto. Sus alusiones a la “venezonalización de la Argentina”, “el peligro que corre la propiedad privada”, la defensa del privilegio de los ricos para garantizar la inversión privada y hasta el “anticomunismo”, son muestras de una estructuración retórica que busca ocupar el casillero de la “derecha republicana” en Catamarca.
A pesar de la imagen que le devuelve el espejo de las encuestas; de las travesuras que cada tanto le recuerdan los diarios; de los 18 años consecutivos como senador nacional, y de los intentos por jubilarlo, el viejo zorro amarillo lo va intentar de nuevo. Porque es un animal político, porque respira rosca y porque conoce al dedillo los misterios del poder.
Porque sabe que, aunque está en desventaja en imagen frente a otros referentes de su espacio, mantiene sus condición de hegemón partidario. Y porque intuye que a través de esa estructura, puede doblegar a sus rivales internos; encabezar la lista a senadores nacionales de JxC, fidelizar la franja antiperonista con un fuerte discurso conservador y, ahí sí, estar cerca de alcanzar el codiciado escaño nacional.
¿Subyace bajo la irrupción mediática de Oscar el deseo de representar a la “nueva” derecha con deleay de Catamarca? Allí intentará encontrar su sustento y su trampolín.
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