La Leona, la Dama y los Parricidas
Esta semana juran los representantes catamarqueños en el el Congreso de la Nación. ¿Qué rol cumplen en el entramado político? ¿Qué desafíos y perspectivas se abren para lo que viene?
“Nos fue mal, pero no tan mal”. El aforismo guido-kaczkeano es una buena síntesis para retratar la performance del peronismo nacional, tras la primera contienda electoral de la era Covid. Si bien el repunte en “Conurbania” llevó algo alivio, no alcanzó para dar vuelta el desafortunado resultado, uno de los peores en toda la historia del partido de Juan y Eva Perón.
El mapa político evidenció que Juntos por el Cambio se consolidó no sólo en las provincias centrales –poderosas económica y electoralmente–, sino también hubo un avance exponencial de la fiebre amarilla en territorios antes inexpugnables para antiperomismo (Santa Cruz es un claro ejemplo, donde el kirchnerismo quedó tercero).
No obstante, a excepción de la Jujuy de Gerardo Morales, las provincias septentrionales continúan pintadas del azul. El Norte sigue siendo un bastión para el peronismo, el segundo en importancia después de los ultra populosos partidos del Gran Buenos Aires. Pero hay una gran diferencia: la región norte tendrá un peso importante en Senado al sumar 15 parlamentarios, a diferencia de la Provincia de Buenos Aires que aporta solo dos. Sin quórum propio, la Cámara Alta se trasformará en la gran arena de la política argentina.
Ahora bien, ¿cómo se posicionan los catamarqueños que emergieron de las últimas elecciones de representantes en el Congreso de la Nación?
Lucía sigue siendo la LEONA; un animal político que sale a la caza para alimentar a su manada. La que demuestra elección tras elección que su eficacia sigue intacta. Hasta hoy, las circunstancias adversas no la detuvieron: la pandemia, la recesión económica, un escenario hostil hacia el peronismo y un gobierno nacional propenso a los errores no forzados, no lograron debilitar su supremacía en la siempre inquietante jungla política. Es el corazón y la mística de una fuerza que, a pesar de todo, sigue mostrándose como la única alternativa real de poder en Catamarca. No le espera un Senado fácil; la vicepresidenta de la Nación deberá echar mano a herramientas que no le resultan fáciles de blandir: el diálogo y el consenso. Lucia, con experiencia en esas lides, puede tender puentes con la oposición menos confrontativa.
El triunfo del Frente de Todos provincial también empodera al gobernador Raúl Jalil. No tiene el carisma de la Leona pero sabe jugar el rol que le toca y lo hace con astucia. A veces, se parece a un ajedrecista, que cranéa movimientos sagaces pero flexibles. Hace dos años imaginaba una partida totalmente distinta, sin pandemia y con un gobierno nacional amigo, pero antes de quedar en jaque reacomodó el tablero, aunque tuvo que sacrificar piezas importantes en el camino. No obstante, protegió a Silvana Ginocchio –su reina o su DAMA– y le aseguró continuidad en el parlamento nacional. Además de ser su compañera de vida es una pieza clave para desplegar sus movimientos en el tablero de la política. La DAMA supo jugar en tándem junto a Corpacci en la Cámara Baja, y ahora -con más protagonismo- intentará abrir el juego a pura rosca en el Congreso de la Nación.
Sin embargo, la gran novedad no estuvo en el oficialismo sino en la vereda del frente. Primero se extinguió el Frente Cívico y luego sus viejos caudillos; el último que quedaba en pie era Oscar Castillo. Dicen que en política hay dos tipos de líderes: los que tienen los votos y los que hacen el armado. Oscar es (o era) de los segundos. Él no compitió pero eligió un delfín del interior para que lo suceda en el Senado y lo rodeó de una dama patricia capitalina, como candidata a diputada, para balancear la boleta. La alquimia no resultó: el “Telchi” no encarna ni la narrativa ni la estética de Cambiemos. Su formación no viene del coaching o los think tank, sino de la rosca, el territorio, el barrio y el barro. Los competidores radicales se le agolparon y se animaron a dar el gran golpe. Sabían que el adversario real no era Daniel Ríos sino el patriarca de la generación del ’83.
Flavio Fama y Francisco Monti –las esperanzas blancas de Cambiemos– tenían por empresa nada menos de ser los PARRICIDAS de su padre político. “Matar al padre”, explica Sigmund Freud, es la metáfora que se usa para ilustrar ese momento en que las personas maduran y logran liberarse de la figura paterna.
No será un proceso fácil, incluso puede ser muy doloroso. Pero era inevitable superar a este linaje de históricos dirigentes, si el radicalismo y Cambiemos quieren experimentar una renovación profunda, y ser una alternativa de poder viable en el mediano plazo. Escudados en el relato republicano, van ser interlocutores más difíciles para el oficialismo a la hora de negociar. Envalentonados por el triunfo, querrán tomar con fuerza esa herencia indivisa que le arrebataron -en las urnas- a su progenitor.
Las perspectivas
Hoy, más que nunca, el peronismo catamarqueño puede exhibir charreteras y capitalizar –a nivel nacional– el sólido triunfo de los últimos comicios, de la misma manera que lo hacen otras provincias como Santiago del Estero o Formosa.
Si vamos al caso, Claudia Ledesma Abdala, esposa del gobernador santiagueño Gerardo Zamora, es la tercera en la linea sucesoria presidencial. En tanto que el formoseño José Mayas, siempre cercano al exótico Gildo Infrán, lidera el bloque de senadores del Frente de Todos. Lucia Corpacci y Guillermo Andrada van de ganadores y serán fundamentales en ese disputado campo de operaciones que será en nuevo Senado de la Nación.
Un nuevo periodo bianual se abre en la política argentina y catamarqueña. Los jugadores ya están sentados a la mesa y las cartas a punto de repartirse. ¿Qué destinos les depararán a la Leona, a la Dama y los Parricidas? Sus triunfos y fracasos dependerán en gran medida de su habilidad para aprovechar la legitimidad que les dieron estas últimas elecciones.
[social-share]
