Nuestra extraña pasión por buscar internas

El juego en tándem de Raúl y Lucia robustece al frente gobernante. ¿Se sostendrá esta alianza en el tiempo o la interna entre ambos es lenta pero inexorable?
Morenistas y saavedristas, rosistas y urquicistas, yrigoyenistas y antipersonalistas, peronistas de izquierdas y peronistas de derecha… A los que ejercemos la tarea periodística –se sabe– nos encantan las internas. Nos apasiona relatarlas, analizarlas, dramatizarlas, fogonearlas, remarcarlas… Porque –se ha dicho– la relación de la prensa política con el poder es como la del voyeur con el sexo: mirar y excitarse.
Sin embargo, y a pesar de lo que muchos auguraban, las declaraciones de la ex gobernadora y diputada nacional Lucía Corpacci respaldando las reformas impulsadas por su sucesor, Raúl Jalil, pareció enterrar a dos metros bajo tierra un potencial conflicto entre las dos figuras principales del oficialismo provincial. Y al igual que lo que ocurre a nivel nacional entre Alberto y Cristina, el frente gobernante sigue mostrando, por ahora, una robustez monolítica.
Ahora bien. Sabemos que todo nuevo gobernante llega al poder haciendo promesas, concesiones y pactos con diferentes sectores que son vitales en el armado político-electoral. La historia reciente de Catamarca así lo demuestra. Castillistas, brizuelistas y su pata peronistas, durante los 20 años de hegemonía del Frente Cívico. Lucia y el mosaico multicolor del peronismo autóctono, que incluyó a Dalmacio Mera y al propio Raúl como piezas claves. Y ahora esta nueva experiencia del tercer gobierno peronista del siglo XXI, consumado en la alianza entre corpaccistas y jalilistas.
En este sentido, las concesiones más evidente de un nuevo primer mandatario son la ocupación de carteras ministeriales en el Gabinete, en donde está clara la influencia y preponderancia que quiso conservar el sector referenciado en la ex gobernadora.
No obstante, como señala el gran escritor mexicano Carlos Fuentes en su novela La Silla del Aguila, en las sucesiones de poder «el que más le deba será el que más obligado se sienta a demostrar su independencia”. Y así, Raúl se vio obligado a comerse la cancha desde el primer minuto y mostrarse en el centro de la escena, como líder y paladín de una nueva epopeya.
Es evidente que la flamante gestión ha decidido que sea el gobernador en persona el vocero de su propia narrativa. La figura que impulse las grandes reformas para la modernización del Estado y la administración más eficiente de la renta minera, para que de una vez por todas sea la actividad impulsora de un desarrollo sostenido.
Así se manifiesta en su forma de hacer política, en la manera activa –y agresiva– de campear la pandemia e impulsar su gestión a través de decretos; en su presencia en los medios; en las múltiples reuniones en Casa de Gobierno, constituyéndose como el gran artífice de la profundización de los cambios que dejó inconclusos Lucia. Porque, como ella misma dijo, “a cada uno le toca contextos distintos. Raúl tiene números legislativos favorables”.
Pero en esta nota queremos encontrar internas (sí, no podemos evitarlo). La historia también nos enseña que todo líder busca acrecentar su poder y espera la oportunidad para limitar o poner fin a esas concesiones inaugurales (saldadas con ministerios) para instaurar definitivamente “su” gobierno, con “su” impronta y con “sus” reglas de juego.
Lo hizo Alfonsín en 1985, cuando desplazó a dirigentes del viejo radicalismo por los jóvenes de la Coordinadora. Lo hizo Menem cuando nombró Super Ministro a Domingo Cavallo y cambió la historia de su gestión. Lo hizo Kirchner reconvirtiendo al duhaldismo residual. Lo hizo Cristina relegando al peronismo vernáculo por sus pichones de la Cámpora. Y lo hizo Macri, cuando redujo al radicalismo a mera pata parlamentaria.
En Catamarca, también pasó lo mismo. Cuando pudo, lo hizo Eduardo Brizuela del Moral desplazando del centro a Oscar Castillo. Y ahora, ¿lo hará Raúl con Lucía? Porque como dice Rosario Galván –otro personaje literario del genial Carlos Fuentes– muchas veces»la política es la actuación pública de pasiones privadas”.
Aún falta mucho y, en este este escenario de pandemia, todo porvenir parece incierto. Pero estamos a exactamente un año para la presentación de listas de senadores y diputados nacionales, candidaturas que –sobre todo las de las Cámara Alta– pueden generar las primeras escaramuzas entre las distintas facciones del peronismo (y de Juntos por el Cambio). ¿Encabezará la lista de senadores nacionales Lucia acompañada de algún referente del jalilismo puro? ¿Dalmacio Mera e Inés Blas darán pelea por la renovación de sus mandatos? ¿Surgirá algún tapado?
La Gobernación de Raúl Jalil ha comenzado, con “su” visión, “su” estilo y “sus” prioridades, a la par que convive con una predecesora potente que sigue siendo la principal referente para una importante porción del oficialismo. Con una oposición debilitada más por errores propios que por acciones ajenas, dependerá del peronismo, en su versión Frente de Todos, marcar el rumbo de Catamarca en esta nueva etapa de la historia mundial marcada por el Covid-19.